La muerte de Binu Gada

Revolucionarios juchitecos de 1911.
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el domingo 22/Sep/2013]

Uno de los héroes populares más recordados por los juchitecos y pueblos circunvecinos es Albino Jiménez, más conocido como ‘Binu Gada’. Es, de todos los personajes que combatieron durante la famosa batalla del 5 de septiembre de 1866, el que más alabanzas recibe por su valor y entereza.

De él se sabe muy poco. Gilberto Orozco, primer cronista juchiteco, cuenta acerca de su persona una anécdota en Oaxaca, poco después de que las tropas de José Gregorio Meléndez y Máximo Ramón Ortiz ―juchiteco uno, tehuantepecano el otro―, tomaran por asalto la Verde Antequera en febrero de 1853. Podemos inferir, entonces, que combatió destacadamente en las tropas melendristas que se levantaron en armas en abril de 1850 en defensa de las salinas costeras y las tierras comunales de Juchitán, causas a las que luego sumaron el ideal de la autonomía política regional.

Después de promulgado el Plan de Ayutla, en 1854, se sabe que combatió bajo las órdenes de José Pedro Gallegos, líder juchiteco que relevó a Meléndez a su muerte, acaecida en mayo de 1853. Binu Gada nuevamente se destacó por la valentía y arrojo con que participaba en las batallas.

Durante la Guerra de Reforma (1858-1860) en el Istmo de Tehuantepec, sirvió a las órdenes de Porfirio Díaz, Gobernador y Comandante Militar del Departamento. Posteriormente, durante la Intervención Francesa, peleó en la famosa batalla del 5 de mayo de 1862 en Puebla, nuevamente bajo las órdenes de Pedro Gallegos, quien obedecía directamente al General Porfirio Díaz.

Sin embargo, su batalla más famosa, y por la que su nombre pasó a la historia, fue la del 5 de septiembre de 1866, en la que juchitecos, samblaseños, vecinos del Estado de Chiapas y personas de pueblos circunvecinos derrotaron a las fuerzas francesas y mexicanas que servían al Imperio de Maximiliano de Habsburgo. 

Después de dicha gesta, se convirtió en líder indiscutible de los juchitecos, y en septiembre de 1870 se levantó en armas por las exigencias históricas de los zapotecas istmeños: autonomía política y defensa de los bienes comunales. Su osadía le costó cara al pueblo, pues Félix el ‘Chato’ Díaz arrasó con la población en diciembre de ese año, y se llevó a San Vicente Ferrer, patrono de Juchitán, mutilándolo en el trayecto; afrenta cobrada en 1872 cuando juchitecos, samblaseños y tehuanos capturaron al ‘Chato’, ejecutándolo luego de aplicarle tormento. El Santo regresó a su nicho 94 años después… 

Hasta acá, entre batallas victoriosas, parecía llegar la historia de nuestro personaje. Pero es necesario que contemos el final…

En 1876 se levantó en armas Porfirio Díaz, con la bandera de la “no reelección”, mediante el Plan de Tuxtepec. Gobernaba el país Sebastián Lerdo de Tejada, heredero político de Benito Juárez, pero sin la personalidad de éste. Para Díaz fue sencillo conseguir adeptos entre los militares de México. Sin embargo, en el Istmo de Tehuantepec seguía vivo el recuerdo de los desmanes de su hermano Félix. Hubo juchitecos, blaseños y tehuanos que se mantuvieron leales a Lerdo. Hubo, en cambio, tehuanos, blaseños y juchitecos fieles a Porfirio. A los lerdistas los encabezaba Binu Gada y a los porfiristas Benigno Cartas. El Istmo nuevamente se tiñó de rojo por los enfrentamientos entre hermanos; aunque en el fondo yacía la vieja rivalidad entre juchitecos y tehuanos, así como la preeminencia por el poder regional. 

El 17 de septiembre de 1876 Albino Jiménez, temerario como pocos, decidió atacar la plaza de Tehuantepec por el rumbo de los barrios de Guichivere y San Sebastián. Encarnizado fue el combate, pero la victoria asistió al bando contrario.

Aproximadamente treinta atacantes perdieron la vida, entre ellos Binu Gada quien, pudiendo escapar, prefirió quedarse y rendirse ante un soldado blaseño ―viejo aliado de la Guerra de Intervención, diez años antes― sabiendo que le resultaría fatal. Fue así como acabó sus días el famoso guerrillero juchiteco Albino Jiménez, tío abuelo de Heliodoro Charis Castro. 

¿Qué pasó después? La rebelión de Porfirio Díaz resultó victoriosa. Él tomó el poder por cuatro años, los soltó cuatro más, y lo recuperó hasta que un nuevo movimiento armado, que también exigía la “no reelección”, lo echó de la presidencia de la República en 1910.