Opinión: La “confusión” istmeña

Mientras la sociedad se divide los caciques hurtan
Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario el jueves 16/May/2013]

Cada vez nos quejamos más de los malos funcionarios públicos y de todos aquellos personajes que abusando del sistema electoral y de las necesidades de las personas, se encumbran a puestos para los que no están capacitados ni tienen las mejores intenciones.
     Solemos ver el mundo en blanco o negro. La visión simplista de nuestra sociedad hace que señalemos a los ricos y pobres de determinados males. Como cuando se escuchan voces acusando a los jodidos, a la prole, a los indios de todo el desquiciamiento en nuestras ciudades. O viceversa, cuando se acusa a los ricachones, burgueses de alentar la corrupción o “comprar” la exclusividad de la justicia.
     Lo cierto es que ricos, pobres y clasemedieros somos víctimas de males idénticos: la corrupción, el influyentismo, la delincuencia, los secuestros y asesinatos. Todos tenemos el mismo pavor de que le suceda algo a nuestros familiares. Todos somos ―aunque nos cueste reconocerlo―, igualmente cómplices.
     Por eso me extraña que pretendamos achacar culpas en todos, menos en nosotros mismos. Por eso me sorprende que, con toda la desfachatez del mundo, algunas personas señalen de “revoltosos” y “marihuanos” a quienes parecen de bajos recursos. O que algunos otros descalifiquen las marchas contra la inseguridad e invasiones, diciendo que las promueven los “millonarios”.
     Mientras la sociedad se confronta, un sector gana. Casualmente son los principales responsables de la situación: los caciques políticos. Éstos como camaleones utilizan un discurso en defensa de los pobres, valiéndose de ello para manipular a miles de personas, pero se comportan y viven como ricos
     La diferencia entre un cacique-camaleón y un pobre es que no es pobre como éste, sino que sólo lo utiliza. La diferencia entre un cacique-camaleón y un rico, es que su riqueza no proviene del trabajo, sino del erario público.
     La sociedad ―ricos y pobres, profesionistas y obreros, amas de casa y jóvenes― debemos desenmascarar a los verdaderos responsables del caos y de la anarquía: los caciques políticos. Una vez hecho eso, podremos establecer los mecanismos que nos permitan lograr la reconciliación que ayude a echarlos de donde nos han gobernado mal.