La llegada de los zapotecas al Istmo

Guiengola. Fotografía.- Ana Laura Palacios Cepeda.
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el sábado 2/Mar/2013]

El pez no ve el agua donde nada, es un dicho que suelen utilizar los antropólogos cuando quieren decir que no siempre somos conscientes de nuestra realidad, ni del contexto en que estamos. Asimismo sucede con la historia. Muchas veces damos por hecho circunstancias peculiares que determinaron el rumbo de nuestro pasado. Tal como sucede con el capítulo que permitió el arribo de los zapotecas a la planicie costera del Istmo de Tehuantepec. Solemos pensar que siempre hemos habitado estas tierras, pero la realidad va más allá de esta suposición. 
     Después del ocaso de Dani Beedxe’ (Monte Albán), de la posterior división del reino zapoteca en pequeñas unidades políticas independientes, y del arribo de los mixtecos a los Valles Centrales; los binnizá comenzamos a reagruparnos en torno a Zaachila. Hace aproximadamente 600 años se vivieron conflictos al interior de la nobleza zapoteca. Asimismo se vivió un reacomodo en las estructuras gobernantes de los Valles, pues la pujanza mixteca competía con la de nuestro pueblo. No obstante, un señor de Zaachila llamado Cosijopi (Guzibi en el zapoteco del Istmo, ‘Rayo de viento’) encabezó la conquista de una rica planicie, habitada principalmente por huaves, chontales y zoques. Me refiero a la actual llanura del Istmo. Cosijopi I, conquistó “a sangre y fuego” estas tierras, apropiándose de poblaciones como Jalapa, Huilotepec, Comitancillo, Tlacotepec, Juchitán, y por supuesto, la principal ciudad de estos rumbos: Guidxi ziidi (‘ciudad de la sal’), conocida más como Tehuantepec.
     Dicha conquista se vivió a mediados del siglo XV (1400-1500 d.C.), y significó una bocanada de aire fresco para el renaciente esplendor del pueblo de las nubes. Estos hechos consolidaron la preeminencia de Zaachila como eje político de todos los zapotecas; y a su élite noble como la más importante. No había duda de que en Zaachila debía recaer el título de cabecera; tanto así, que el gentilicio de los zapotecas se deriva de dicha ciudad, pues cuando los aztecas arribaron a los Valles, conocieron a esta población como Teozapotlán (‘lugar del zapote sagrado’) y el gentilicio aplicado a los zaachileños (zapotecatl) se utilizó para denominar a toda la etnia, por ser la ciudad más importante. Zaachila fue desde entonces el gran referente de legitimidad, y las recientes conquistas permitieron el surgimiento de un nuevo reino: el de Tehuantepec, que al poco tiempo se hizo completamente independiente del que le diera origen.
     Cosijopi I no sólo fue el conquistador del Istmo, sino el primer monarca zapoteca en estas tierras. Y se guardó para sí la posesión de las minas de sal más importantes del sureste. Pero, ¿por qué se efectuó este dominio? ¿Qué tenía este territorio que obligó a conquistarlo? La nueva tierra era ricas en recursos naturales, y constituía una región envidiable. Tenía principalmente tres bienes: bosques de maderas finas, pescaderías, y minas de sal. Todos, productos estratégicos. Y por sí mismo era el paso más importante entre el altiplano central y Centroamérica. Quien dominara la pequeña planicie costera, tendría la posibilidad de controlar el comercio de jade y plumas preciosas con los pueblos selváticos del sur. Igualmente podría abastecer el mercado a grandes distancias con sus propios productos. 
     La conquista se efectuó en pocos años. Guerreros zapotecas de Zaachila y de Tlacolula encabezaron la avanzada. Los huaves fueron replegados a las costas donde se encuentran actualmente; los zoques se alejaron al oriente, y se remontaron a los chimalapas; y los chontales hacia el occidente. Las partes más ricas e importantes de este espacio geográfico, quedaron, desde entonces, bajo dominio binnizá.
     Quizá en tiempos del primer esplendor zapoteca (100 a.C. – 800 d.C.), tuviésemos un control comercial o político de la zona, pero eso no pasa de una mera especulación. El hecho es que desde hace cinco siglos y medio, los zapotecas nos asentamos definitivamente en la planicie costera del Istmo de Tehuantepec, donde continuamos hasta la fecha…